En esta ciudad situada en el norte del país y sagrada para el hinduismo, las escalinatas ceremoniales a orillas del río Ganges son un lugar de purificación para los peregrinos y de gran impacto emocional para los visitantes. 1895 Al final del siglo XIX la India daba los primeros pasos para independizarse de los británicos. La capital, Delhi, se llenaba de soldados y revueltas. En la sagrada Benarés –la actual Varanasi– los hindúes seguían sus purificaciones en el Ganges con el fin de alcanzar la liberación (moksha) y escapar de las reencarnaciones. Dicen que Benarés es una de las ciudades más antiguas del mundo. La protege el dios Shiva y la baña el elixir de redención que simboliza el río. Sus conquistadores prefirieron arrasarla antes que perderla, de ahí que la mayoría de sus monumentos daten de los siglos XVIII y XIX. Hasta 90 palacios se alinean junto al Ganges precedidos de ghats, las escalinatas que descienden directamente al agua. 2017 Dice un verso en sánscrito que quienes se bañan en el Ganges no solo se purifican, también ayudan al sol a salir para iluminar la oscuridad. La visita a Benarés invita a trascender la vida cotidiana. Lo normal es acercarse a los ghats para contemplar las ofrendas y los rituales ; una experiencia mágica es navegar por el río al nacer el día. También hay que caminar por sus angostas calles entre vacas sagradas, ascetas y ancianos que piden limosna para la leña de su pira funeraria. Entre sus monumentos destaca el templo Dorado de Shiva, el más sagrado, que data de 1776: el original fue destruido por el emperador mogol Aurangzeb. El alojamiento puede ser desde sencillas pensiones cerca del río a palacios de marajás en zonas más tranquilas.