Benarés, la Ciudad Santa del Ganges

La Ciudad de la Luz despierta todos los sentidos mientras abraza la vida y la muerte. La recorremos en seis actos.

Benarés, un abrazo entre la vida y la muerte

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Todos los epítetos se quedan pequeños para Benarés. La Ciudad Santa del Ganges es arrolladora, fascinante, mortal, agobiante, deslumbrante y, en ocasiones, incomprensible.

La Ciudad de la Luz despierta todos los sentidos mientras abraza la vida y la muerte. La descubrimos en seis actos.

1.UN LUGAR DE EXTREMOS

Benarés es un lugar de extremos, donde lo más opulento se toca con lo más miserable. La hija predilecta del Ganges, la capital del shivaísmo, la ciudad más antigua sobre la Tierra en la que ya imperaba el caos cuando Roma o Jerusalén ni siquiera eran un planeamiento urbanístico.

La ciudad donde confluyen la vida y la muerte, la carroña, la enfermedad, pero también la plenitud y la santidad. Benarés conforma para los hindúes el culmen de un sueño, la esperanza de vida para los desahuciados, el reencuentro del hijo pródigo con su madre.

Benarés, la Ciudad Santa del Ganges

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Pero para el visitante Benarés es un circo, una atracción en la que los monos y las ratas comparten número con los tullidos, los bonzos y lo más infecto de la sociedad hindú.

Es una ciudad memorable, donde lo incomprensible se vuelve mágico, los olores te revuelven los sentidos y la mirada no sabe dónde posarse.

Es un lugar estresante, rápido, convulso, frenético como el viaje hacia las puertas de la percepción y, al mismo tiempo, un sitio mágico. Eso sí, Benarés no acepta pusilánimes.

Barcas de madera en las aguas del Ganges

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2.EL GANGES

Los escalones que descienden hacia el Ganges encierran todo un mundo: leprosos, parias, jovencitas, yoguis pedigüeños, jóvenes divertidos, brahmanes, mujeres con saris llamativos, viejos en las últimas, encantadores de serpientes..

Hay 90 ghats a lo largo de todo el río Ganges a su paso por Benarés. Muchos para tomar un baño purificador y algunos para incinerar a los muertos.

Amontonados, hombres y mujeres de toda condición se desnudan y lavan sus ropas, meditan, se sientan cruzando las piernas en complicada posición, se afeitan, se cortan las uñas, se balancean sobre el cuerpo para rezar una plegaria, arrojan velas rodeadas de pétalos al río, ofrecen masajes, venden flores, ofrecen bendiciones, juegan al críquet...

El Ganges como corriente que lleva la vida y la muerte.

Un paseo en barco al amanecer, cuando los hindúes realizan la puja (ofrenda) , con las luces doradas bañando la ciudad, es la manera perfecta de recorrer los ghats antes de sumergirse en ellos.

Todos los epítetos se quedan pequeños para Benarés

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3.LA ADORACIÓN AL RÍO

Siete improvisados templos surgen al atardecer sobre las escaleras del Dashashwamedh Ghat. Cada uno de ellos, cubierto con un tapete rojo, contiene: velas, incienso, flores, copas, frutas y una jarra con agua

Otros tantos sacerdotes ataviados con camisa y pantalón amarillo anaranjado ofician el Aarti, un ceremonial de adoración al río.

La oscuridad es saludada con luces, cánticos machacones, sonatas repetitivas, danzas y una profunda fé. Viajeros comparten con hindúes las barcazas de madera podrida desde las que se puede contemplar la orilla durante la celebración.

En el terreno prosáico es la mejor manera de estar a salvo durante un tiempo de los cazaclientes de tiendas de seda, masajistas, floristas y demás buscavidas que pululan por el ghat más visitado de Benarés.

Dashashwamedh Ghat, donde se celebra el Aarti

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4.EL ENCUENTRO CON EL MOKSHA

A unos pocos metros, río arriba, la ceremonia de la muerte alcanza su esplendor . Las escaleras del Manikarnika Ghat penetran en las aguas del Ganges como raíces.

La imagen puede verse pero no fotografiarse. Varias piras arden con restos humanos. Montones de leña se arraciman ante el ajetreo constante de los doms, la casta de parias que se encarga de las cremaciones.

Es un lugar putrefacto pero bello. Es imposible observar sin sentir que se está ante un espectáculo siniestro, una obra de teatro con un guión cuyo final es previsible e inevitable.

El Manikarnika Ghat, testigo mudo de la ceremonia de la muerte

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Los restos irán a parar al río, y la ceniza de las guirnaldas y el manto calcinado y los lazos que envuelven el cadáver como si fuera un regalo para la madre Ganga.

Las vacas y los perros recogen los restos de detritus que se mezclan con coloridas flores silvestres cuyo amarillo y rojo destaca sobre el gris de la piedra, la ceniza y la madera.

El olor penetra por la boca y la nariz como un puñetazo que te deja herido. Es dulzón, inconfundible. Es el incienso de la ceremonia de la muerte.

Porque morir en Benarés es pasar de verdad a otra vida, salir al encuentro del moksha, el equilibrio absoluto.

Un día cualquiera en Benarés

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5.EL TEMPLO DE VISHWANATH

Miles de personas apiñadas sin ningún orden en las estrechísimas calles de la ciudad vieja. Señal inequívoca del camino hacia el Templo de Vishwanath, el santuario de piedra más venerado de Benarés.

Los hindúes hacen cola durante horas e incluso días para llegar a tocar el lingam (símbolo fálico de Shiva) . La zona está fuertemente custodiada y sólo se puede entrar con lo puesto. Todo lo demás está prohibido.

Construido en 1776, su torre y su cúpula están recubiertas con 800 kilos de oro. Dentro, los fieles empujan y caen unos sobre otros ansiosos por hacer una ofrenda que les absuelva de sus pecados.

Gritan extasiados mientras arrojan sus dotes al pandit (sacerdote) encerrado en una especie de altar de plata. Él las coloca alrededor del lingam bañado de leche y alfombrado de flores.

Es, como todo en Benarés, una escena que mezcla el fervor surrealista con una pasión sin barreras.

El Templo de Vishwanath, el santuario de piedra más venerado de Benarés

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6.SARNATH, HOGAR DE LA RUEDA QUE GIRA

Para lograr un remanso de paz entre tanto bullicio, locura, sin sentido y caos, hay que alejarse una media hora en rickshaw de Benarés. Sarnath es uno de los cuatro principales destino de peregrinación para los budistas.

Aquí Buda habló en público por primera vez. Lanzó su primer sermón, La rueda que gira, en el que se recogían sus enseñanzas primordiales.

Creyentes de todo el mundo son atraídos hasta aquí. Los hay con túnicas azafrán, propias de los hindúes; los hay que las llevan marrón, típicas de Tailandia; rojas que sugieren procedencia tibetana; o moradas que delatan a los monjes de Myanmar.

Saludan con veneración a la gran figura de Buda que se erige en mitad de un patio regado con agua del Ganges. Susurran cantos y se esimisman para conectar con los espíritus del pasado. Benarés forma parte de la cuna del budismo, una filosofía que a su vez ha surgido del hinduismo.

Sarnath, el lugar donde Buda dio su primer sermón

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*Sigue la aventura de Viajes y Rock en Traveler.es. Primera parada: Delhi ; segunda parada: Udaipur ; tercera parada: Pushkar ; cuarta parada: Jaipur ; quinta parada: Agra ; sexta parada: Benarés.

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